Prioridades

«Es mejor perderse que nunca embarcar,

Mejor tentarse a dejar de intentar,

Y ya lo ves, que no es tan fácil empezar»

Diego Torres, cantautor argentino

Muy a menudo aguda una sensación que comienza a abarcar a una importante cantidad de gente y un sentimiento real, dada las características de país, y del mundo en el que nos toca vivir, de abismo. Son muchos los que se van cayendo del sistema. Los que quedan excluidos. Y en esa situación de decadencia generalizada, de pérdida de valores prevalece el concepto del salvase quien pueda a cualquier precio.

Por Gustavo Sarnari*

Varios adhieren a esta idea, tanto en el ámbito social como en el laboral, empresarial, de medios, etc. Pero afortunadamente no son todos. En el año 2001, el ex presidente Uruguayo José María Sanguineti publicaba un artículo en el que clasificaba a los países en cuatro categorías: Primero los países desarrollados, luego los subdesarrollados, tercero Japón, que no puede explicarse que sea desarrollado, y finalmente la Argentina, que nadie puede explicarse como es subdesarrollado.

El politólogo francés Alain Touraine plantea: La Argentina es un estado nacional soberano, tiene frontera, instituciones, leyes, forma, está en los mapas, se hace notar en el mundo a través de sus científicos, deportistas, artistas o algunas de sus empresas.

Ahora bien: ¿Tienen los argentinos un proyecto común? ¿Son capaces de sentirse pasajeros de un mismo barco? Estos dos análisis creo que plantean un mismo mensaje: no seguir esperando el golpe de la varita mágica, olvidarnos de un destino de grandeza que nos salve y darnos cuenta que es hora de cambiar. Y el cambio pasa por todos y cada uno de nosotros. Nosotros somos los que construimos día a día con nuestras acciones los destinos de esta ciudad, de este país, de nosotros.

En un discurso a un grupo de graduados hace varios años, Bryan Dyson, ex presidente de Coca Cola, habló sobre la relación entre el trabajo y los compromisos y dijo:

“Imaginen la vida como un juego en el que hacen malabarismo con cinco bolas que arrojan al aire. Son el trabajo, la familia, la salud, los amigos y el espíritu. Pronto se darán cuenta de que el trabajo es una bola de goma. Si se cae rebota. Pero las otras cuatro bolas, familia, salud, amigos y espíritu son de vidrio. Si dejan caer una de esas quedarán irrevocablemente dañadas. Nunca volverán a ser las mismas. Compréndanlo y busquen el verdadero equilibrio en sus vidas. ¿Cómo? No disminuyan su propio valor comparándose con otros. No fijen sus objetivos en razón de lo que otros consideran importante. No den por supuestas las cosas más queridas del corazón, apéguense a ellas como a la vida misma, por que sin ellas la vida carece de sentido. No abandonen cuando todavía son capaces de un esfuerzo más. No teman  admitir que no son perfectos y que cometen errores. No teman enfrentar riesgos. Es corriendo riesgos que aprendemos a ser valientes. No corran tanto por la vida que llegan a olvidar no solo donde han estado sino también adonde van. No olviden que la mayor necesidad emocional de una persona es la de sentirse apreciado. No teman aprender. El conocimiento es liviano, es un tesoro que se lleva fácilmente. No usen imprudentemente el tiempo o las palabras. No se pueden recuperar. Si prometemos en vano todo el tiempo la vuelta de la vida se nos pone en contra. La vida no es una carrera, sino un viaje que debe ser disfrutado a cada paso. Créanme que si se disfruta, el éxito a largo plazo está asegurado”.

Creo que en este discurso se plasma un gran aprendizaje de vida. Por que aprendiendo a tener en claro nuestras prioridades, y cultivando nuestra creatividad y talento, seremos capaces de generar ideas y comenzar a pensar de otra manera. De comprender que en el sálvese quien pueda no se salva nadie. De dejar de hacer más de lo mismo y olvidarnos de viejas recetas que hoy no sirven de nada, salvo para obtener algún resultado cortoplacista. Es hora de que nazca una nueva ciudad, un nuevo país, y esto no sucederá por arte de magia sino que (y no me voy a cansar de decirlo), debe empezar en cada uno de nosotros siendo mas responsables, mas creativos, menos individualistas, mas soñadores, mas justos, más éticos, más respetuosos y menos soberbios. Creo en un país diferente y nuestra capacidad para llevarlo adelante. Está ahí, latente. Es cuestión de proponérselo, nada más.

Gracias por compartir este espacio conmigo.

*Director Asociado de Grupo CoSMO y Estrategia & Negocios

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